Un abanderado de los Tercios de Flandes era un soldado encargado de llevar la bandera o estandarte de su unidad durante las batallas y marchas en los conflictos que los Tercios españoles libraron en Flandes y otras partes de Europa durante los siglos XVI y XVII. Los Tercios eran las unidades de infantería más prestigiosas del Imperio español y eran conocidos por su disciplina, habilidad en el combate y capacidad para mantener la moral bajo circunstancias difíciles.

El abanderado desempeñaba un papel crucial, ya que la bandera representaba la identidad y el honor de la unidad. Portar el estandarte no solo era un gran honor, sino también un puesto de gran peligro, ya que el enemigo solía atacar al abanderado para desmoralizar a la tropa. Estos hombres eran elegidos por su valentía y dedicación, ya que debían proteger la bandera a toda costa, incluso con su vida, y su posición en el campo de batalla los hacía blancos directos de los ataques enemigos. Ser abanderado en los Tercios de Flandes simbolizaba el compromiso con el deber y el sacrificio, siendo un reflejo del coraje y la lealtad que definían a estas famosas unidades militares.